El dolor no se saca de la casa

Sobre Los otros y Adelaida de Gonzalo Mallarino
Por Carlos E. Acuña Feijoo






“Me meto en la regadera y lloro ahí sentada hasta que el dolor se va. Despacio. Se empieza a ir y creo que lo que queda es la tristeza. Eso es lo que se lleva uno para afuera. No sale uno de la casa con el dolor […] Uno sale con lo que le deja el dolor en la cara y en el pelo. Eso es estar triste. Yo creo. Eso es lo que otros ven.” 


Los otros y Adelaida, tercera novela de la Trilogía Bogotá de Gonzalo Mallarino Flórez, nos introduce en el mundo de una mujer joven, oriunda de Sasaima (Cundimarca), habitante de la ciudad de Bogotá y que, en el año 1989, sufre la pérdida de su pequeña hija María Paula durante el atentado del DAS, uno más de los episodios de violencia perpetrados por el narcotraficante Pablo Escobar en Colombia. 

La narración de Mallarino tiene como telón de fondo dicho suceso histórico que dejó más de 60 personas muertas en la ciudad de Bogotá. La reconstrucción de la ciudad de la época, nos permite ver cómo el atentado del DAS, asociado a una diligencia tan propia para los capitalinos de aquellos días, como “sacar el pasado judicial”, se convierte en el mayor dolor de la vida de Adelaida. Mallarino se apropia de distintos lugares y hechos históricos para modificarlos y recrearlos desde la voz y los sentimientos de la protagonista, es así como se nos presenta una historia ficcionalizada reflejo de una conciencia histórica que visibiliza una  de tantas experiencias vividas durante el atentado.

A lo largo de la novela, podemos hacer un recorrido por lugares insignes para los bogotanos. La plaza de mercado de Paloquemao, el Observatorio Nacional, la Plaza de Bolívar, el Hospital San Juan de dios, la carrera 10, el barrio Pablo Sexto, entre otros, son los sitios que nos retratan una Bogotá llena de misterios, en la que Adelaida se ve asediada por el desconsuelo. Abrumada por el recuerdo de su hija, atraviesa calles oscuras en medio del llanto y el sentimiento de culpa. Su mente entra en una crisis y busca huir de la soledad. Es así como aparece la confusión por los hechos que podrían estarse gestando al interior de una antigua edificación en el centro de la ciudad: Adelaida sueña, pero también habita, siente y pre-siente que al interior del Palacio del estudiante, se oculta una red de explotación sexual infantil. Ella se convierte en la única testigo de los hechos que ocurren en dicha edificación, lo difícil será buscar alguien que crea lo que, al parecer, sólo es evidente en su mente.

Mallarino se adentra en los sentimientos de una mujer y construye su voz: una voz doliente, cercana a los lectores y con el poder de llevarnos a ocupar sus zapatos. La voz de Adelaida tiene la fuerza suficiente para sacudirnos y hacernos representar sus sensaciones como si fueran nuestras. Y es que, aunque para el autor no fue fácil narrar casi 300 páginas en la voz de una mujer, él mismo afirma que tuvo que inocularse esa mujer entre las venas, pues “Adelaida es la combinación de por lo menos tres o cuatro mujeres del pasado. El nombre es uno, la piel es otra, la voz es otra, la melancolía es otra”, señaló Mallarino en una entrevista con Andrés Ospina y cuya transcripción se encuentra en el portal de blogs del diario El tiempo. 

Adelaida es también una mujer con múltiples formas de enfrentarse a la soledad, al dolor generado por la pérdida de su hija y a la tristeza que se rehúsa a abandonarla. Dichos sentimientos se apoderan de ella y la llevan a sentirse como Lucy, la mujer prehistórica descubierta en Etiopía en el año 1974: Adelaida se siente “cansada y mirando hacia adentro de la selva con los ojos abiertos y opacos”. Lucy representa el dolor, el dolor que Adelaida debe “ir lavando” con el propósito de que “se empiece a ir”.

Adentrarnos en la vida de Adelaida es transportarnos a la Bogotá de la época y a los usos del lenguaje propio de los bogotanos. Adelaida es un personaje que nos contagia sus propios sentimientos: Nos representamos su culpa, su confusión, su rabia y su tristeza. Leer Los otros y Adelaida, nos permite reflexionar sobre lo que el dolor y la tristeza significan. Leer Los otros y Adelaida, nos lleva a configurarnos nosotros mismos para ponernos en el lugar de la persona que sufre, la persona atormentada, la víctima. Leer Los otros y Adelaida, nos muestra la imagen de que el dolor se lava pero no sale de casa, en cambio la tristeza se aferra a nosotros como una marca de que el dolor existió, porque la tristeza se refleja en nosotros, mientras el dolor se va junto con el agua que corre por la regadera.



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Mallarino, G., (2011) Los otros y Adelaida. Punto de lectura. 

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