De rojo se tiñe el papel.

Sobre El abuelo rojo de Isaías Romero
Por Zully Pardo




El 9 de abril de 1948 ocurrieron tres sucesos inolvidables para Mariana: perdió su primer diente de leche, mataron al venerado “Negro” del abuelo, y la niña tuvo que escapar de casa en la mitad de la noche. Ser gaitanista en un pueblo como Sabanalarga (Atlántico) era un acto de valentía y terquedad, y esas eran dos de las características principales del viejo Brahim, el protagonista de El abuelo rojo, obra escrita por el periodista santandereano Isaías Romero Pacheco y ganadora del IX Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor – Biblioteca Luis Ángel Arango en 2016.

Como su título lo dice, esta novela corta trata sobre la vida de Brahim desde su llegada a Barranquilla, en 1882, hasta que se convierte en ferviente seguidor de “el Negro Gaitán” en la década de 1940. Su admiración por este líder lo llevará en más de una ocasión a enfrentarse con los Conservadores de su pueblo, quienes se convertirán en una grave amenaza para él y para su familia. 
Valoro encontrar al fin una novela histórica para niños en la que se hable del 9 de abril de 1948 y de la violencia bipartidista que marcó el camino de este país. Esto es original y el tratamiento que se le da es ingenioso, pues en lugar de relatar el Bogotazo, Romero Pacheco elige como escenario una familia del común en un pueblo sencillo de la Costa Atlántica colombiana. De esta manera consigue que un hecho histórico contado y recontado adquiera un valor distinto, pues nos muestra cómo la Historia se construye desde la cotidianidad y repercute en una familia del común. En otras palabras: habla de un fragmento de la historia de Colombia, sin ser aburrido y sin caer en recursos comunes en la novela histórica para niños como la biografía novelada, los viajes en el tiempo, la aventura o la fantasía.

Por otro lado, está bien escrita y logra retratar cómo pudo haber sido llegar a Colombia como inmigrante libanés; ser niño, crecer, envejecer y apropiarse de un país ajeno al punto de arriesgar la vida y la de la familia por una convicción y una postura política. También llama la atención la mención a detalles que ilustran cómo fue la vida en ese entonces: los viajes, las comidas, los remedios caseros, incluso la circulación de la prensa y la importancia que la imprenta del abuelo tuvo en las dinámicas sociales de Sabanalarga: desde la elaboración de anuncios publicitarios, hasta la impresión del pasquín La Bandera Roja en el que, en compañía de otros seguidores de Gaitán, “denunciaban verdades tan evidentes que sorprendía a todos que ningún otro medio las publicara; sucesos como que la minoría conservadora amedrentaba a los liberales más humildes para que no se cedularan y no pudieran votar” (p. 48) o la expulsión de campesinos de sus tierras.

Sin embargo, en este escenario la voz de Mariana no tiene mayor cabida y es subordinada a la historia del abuelo Brahim. Claro, en el título ya nos dicen que esta es la historia del abuelo, sin embargo, el papel de la niña pudo haber sido más importante dado el rol que este personaje juega al inicio y al cierre del libro. Mariana nace en un momento de cambio, en el que los derechos de las mujeres empiezan a ser tomados en cuenta (en menos de diez años las mujeres tendrían derecho al voto) y sus roles empiezan a transformarse. La niña es conciente de eso y critica que solo los niños puedan jugar afuera mientras las niñas deben encerrarse a tomar clases de costura. Ve como su mamá sale a trabajar en una tabacalera para convertirse así en la primera mujer en su familia que es empleada en una fábrica. La modernización, y de paso la inequidad, pululan y el pueblo no está dispuesto a quedarse callado.

Con una escritura fluida y sencilla, Isaías Romero cuenta una historia original desde una mirada única: el Bogotazo está allá, en el centro, pero en el pueblo las cosas se viven de otra manera. La puerta a La Violencia de abre desde una canoa, donde Mariana y su mamá se despiden de una etapa feliz de su vida. El Negro Gaitán ha muerto, y consigo se lleva no solo los ideales de un futuro más justo, sino también la música de Pacho Galán, las cartas del poeta Argumedo, los dulces de guayaba, la imprenta y la constante tos del abuelo.
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Romero, I. (2017) El abuelo rojo. SM

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