La errancia histórica

Sobre Trashumantes de la guerra perdida de Jorge Eliécer Pardo
Por: Johan Manuel Chamorro.




“No alcanzaron a despedirse y no sabían hacia dónde se
dirigían porque emprendían la trashumancia heredada. 
Navegaban siempre entre la violencia que todo lo 
destruye, hasta la palabra que la nombra.”

Jorge Eliécer Pardo

¿Cuántos de los que nacimos en Bogotá tenemos abuelos que también son de la capital? No hay que avanzar mucho en el árbol genealógico de los conocidos para encontrar un antepasado que viene de otra parte del país; de la variedad de razones que los llevaron a tomar tal decisión existe una que se repite más que las otras: el desplazamiento. 


Para  19511  Bogotá contaba con menos de un millón de habitantes, población que se ha multiplicado por diez hasta nuestros días, concentrando entre el veinte y el veinticinco por ciento de la población del país en una ciudad. Gran parte de los colombianos han tenido que sufrir la trashumancia, el movimiento por el territorio nacional sin la posibilidad de un asentamiento, sin la opción de sentir un lugar como suyo. Esta trashumancia, y sus causas, son los temas principales de la novela de Jorge Eliécer Pardo Trashumantes de la guerra perdida (2017). 

En la novela, la tercera que compone El Quinteto de la frágil memoria, el autor nos propone seguir a una familia de campesinos: los Guzmán, quienes salen de Santander buscando una nueva tierra alejada de los conflictos políticos del país y terminan instalándose en el Líbano, Tolima, creyendo encontrar el paraíso de la bonanza cafetera que cambiará su futuro permitiendo que sus hijos crezcan en paz.

Pardo pretende mostrar no sólo la particularidad del conflicto que golpeó en el Líbano, municipio de mayoría Liberal, sino como sus secuelas afectaron de distintas maneras a los miembros de la familia Guzmán. Desde aquellos que como Pablo Emilio prefirieron huir a la capital para alejarse del peligro de una muerte segura hasta otros como Ángel Alberto que decidió luchar a muerte por un bando, y un ideal, para terminar participando en la fundación de un campamento en El Davis, el primer asentamiento comunista del país y antecedente de la posterior fundación de las FARC en Marquetalia.

La historia de Colombia, desde antes del asesinato de Gaitán hasta las elecciones de 1970, aparece como un conflicto eterno que únicamente cambia de nombre: La Violencia, La guerra de Laureano, La persecución del dictador, Los ataques frentenacionalistas; son los nombres de la misma guerra cuya única consecuencia es la condena de muchos a la trashumancia. Un guerra que transforma al país en un relato en la que los bandidos, que sirven a los intereses de cualquier partido; las persecuciones políticas que son apoyadas desde los grandes medios de la capital y las hazañas de guerrilleros y militares son el sustrato de esa historia paralela que parece más real que la oficial.

La construcción de la novela a partir de pequeños capítulos le permite al autor fortalecer la idea de que la historia no es un hilo continuo de una versión hegemónica. Por el contrario, cada pequeña visión, cada vivencia de los personajes se acumulan y permiten abrir un panorama de interpretación más amplio respecto a un mismo hecho histórico. Benedicto Guzmán, cabeza de la familia y miembro mayor, debe observar como la guerra va desplazando a los suyos por todo el país, mientras él decide quedarse en el Líbano y enfrentar los peligros de un conflicto que aunque se manifiesta en una variedad de actores distintos tiene como único objetivo afectar la estabilidad económica, política, social y sensitiva de todo aquel que toca.



1. Instituto de Estudios Urbanos (IEU). Recuperado de: https://www.institutodeestudiosurbanos.info/endatos/0100/0120/01211.htm.

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Pardo, J., 2017. Trashumantes de la guerra perdida. Cangrejo Editores.



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